Diario: El Mundo
Fecha: 31/01/2013
Palabras clave: Alcohol, jóvenes, fiesta
Tema: Alcohol
Nuevo extranjerismo para un término demasiado conocido en las urgencias españolas: el 'binge drinking', a la española, el 'atracón' de alcohol más conocido como botellón, sigue siendo la nota más negra de esa ligera tendencia a la baja en cuanto al consumo de alcohol entre los españoles se refiere.
Entre las formas pasar los botellones de fin de semana, autoridades y especialistas avisan sobre el peligro de una 'moda' que de unos años a esta parte sigue en aumento. "Se considera 'binge drinking' a una tendencia específica a la hora de beber. Suele ser lo que pasa en muchas ocasiones en los botellones: se ingieren grandes cantidades de alcohol con los que llegas a intoxicaciones etílicas agudas, pero la idea es beber estas grandes cantidades en el menor tiempo posible", explica Ignacio Calderón, director general de la Fundación de Ayuda contra la Drogadicción (FAD). "Sin embargo, pese a que se trata de dos cuestiones solapadas, no todos los consumos excesivos se producen en el botellón (muchos se dan en discotecas, bares de copas o casas particulares)", explica Calderón.
¿Y qué se entiende por poco tiempo? "Se considera un atracón de alcohol cuando hay un consumo mayor a seis copas en varones o cuatro en mujeres en una sesión de consumo, es decir, en menos de tres horas. Además, se hace en momentos puntuales, como los fines de semana y muchas veces con el objetivo es conseguir 'el punto', que muchas veces pasa a las intoxicaciones etílicas producto de la falta de control", explica Francisco Camarelles, del Grupo de Educación Sanitaria y Promoción de la Salud de la Sociedad. Española de Medicina de Familia y Comunitaria (Semfyc).
En EEUU, uno de cada seis adultos consume alcohol en forma de atracón, es decir, 38 millones de personas consumen de media, unas ocho unidades de alcohol en menos de cuatro horas. En España, por su parte, los datos de la 'Encuesta sobre alcohol y drogas en población general de España' (EDADES) indica que el 15,2% de la población realiza esta práctica, siendo la población entre 20 y 19 años (de ambos sexos, aunque especialmente varones) donde más se concentra esta tendencia.
"Esta forma de beber es resultado de poner en práctica patrones nórdicos, aumentando los riesgos que la bebida tiene de por sí. Además, en los últimos años se le añade la mezcla de bebidas junto a otras drogas. Por ejemplo, aunque la crisis pueda ayudar en estos casos a que los jóvenes, que en este país empiezan a beber a los 13 años, no tengan dinero para gastárselo en noches de alcohol, es verdad que se puede recurrir a bebidas baratas y drogas en desuso que hacen mucho daño, como el caso del estramonio", comenta el director general de la FAD.
Para los especialistas, los principales riesgos se concentran a corto plazo en la pérdida de control y aumento de conducta de riesgo, "efectivamente, esta práctica se traduce en un mayor número de accidentes de tráfico, actos violentos, embarazos no deseados, VIH y otras enfermedades de transmisión sexual, síndrome alcohólico fetal y dependencia al alcohol", indica Camarelles.
Resistentes a la insulina
Pero a medio-largo plazo, siguen surgiendo investigaciones que alertan sobre el peligro del 'binge drinking'. La última se encuentra en las páginas de 'Science Translational Medicine', donde un equipo de especialistas capitaneados por Claudia Lindtner, del departamento de Medicina del Icahn School of Medicine at Mount Sinai (Nueva York, EEUU), ha estudiado el efecto de grandes cantidades de etanol en ratones con lo que simulaban el 'binge drinking', "y encontramos la confirmación de que los individuos con una historia de consumo excesivo de alcohol tienen un mayor riesgo de desarrollar el síndrome metabólico y diabetes tipo 2", indica Lindtner. Pero hay más. "Observamos que el 'binge drinking' inducía al cuerpo a ser resistente a la insulina. Tras tres días manteniendo a los roedores con cantidades de alcohol que simulan este tipo de borracheras, encontramos que fueron capaces de desarrollar resistencia a la insulina, aun cuando había cantidades indetectables de alcohol en sangre", explica.
A este estudio, habría que añadirle varios estudios que vienen analizado este tipo de ingestas con otra tantas patologías. "Desde los problemas de concentración y memoria en los cerebros adolescentes, a complicaciones de erección en los hombres, presión arterial alta, la ya mencioanda diabetes tipo 2 o, en el caso de juntarlo con otras sustancias, como el tabaco emperoramiento de la resaca, o los problemas de unirlo a cocaína o cannabis", explican los expertos.
Sin embargo, todavía se está estudiando si este tipo de forma de beber puede llevar desarrollar dependencia al alcohol: "En principio parece que no, salvo que tengas una predisposición a la adicción, en cuyo caso esto puede ser un detonante", señala Ana Ferrer, jefa de la Unidad de Toxicología Clínica del Hospital Clínico Universitario de Zaragoza, "aunque a las urgencias de los hospitales siguen llegando y cada vez de forma más habitual", explica.
Otras formas de divertirse
A pesar de que, según los datos ofrecidos por el delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Francisco de Asís Babín, en España existen 183 normativas contra el alcohol, especialmente contra su uso en los más jóvenes, "hay algo que no se está haciendo bien", comenta Ignacio Calderón, que insiste en la necesidad de volver a nuestros orígenes. "En España antes se llevaba el patrón mediterráneo, es decir, consumo de alcohol más moderado y sobre todo vino o cerveza, tras alguna comida o a media tarde", indica.
"Soy consciente de que es muy difícil que los jóvenes dejen de beber totalmente, es muy utópico, pero por lo menos que se haga de forma responsable, y ahí tenemos que ayudar todos, también los padres", afirma. "Tenemos unos patrones de cultura en los que lo importante es empezar a salir de noche y estar toda ella despierto. Estamos hablando de siete u ocho horas en las que te terminas aburriendo y bebes, y para mantenerte en pie, sigues bebiendo, y lo juntas con más drogas si puedes, y así varios fines de semana. Parece que si uno no se emborracha no se integra y no se divierte, y ése es el error", explica.
Para Calderón, "la idea es recuperar otras formas de ocio, entender que el alcohol es también una droga, que con ello te machacas la vida y acabar con las clásicas imágenes de los padres medio tomándose a broma la borrachera que trae el niño a casa al día siguiente. No son cosas de la juventud, son problemas importantes", finaliza.
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