Diario: Xornal.com
Fecha: 28/03/2002
Palabras clave: Éxtasis, Juventud, Adolescentes, Drogas
Tema: Drogas
DROGOMANÍA
Rogelio Diz
Después de los últimos acontecimientos de los chicos que perdieron la vida por consumo de “éxtasis” pareciera que el universo de las drogas es patrimonio de la juventud y que, por lo tanto es el culpable del mundo de ilusión y de estupor en que parece sumirse la humanidad actual.
Permítanme señalar de antemano que esto es falso; por supuesto, es muy posible que un grupo de adolescentes se aficione a tal o cual droga; pero afirmar que la drogomanía es característica del joven es sentir hipócritamente para salvar la respetabilidad, o la fachada como dirían los chinos, del adulto que si esta muy comprometido en su destrucción psicológica.
Podríamos afirmar que todos tenemos un pequeño o grande vicio representado por una droga a la que somos adictos. Pero al fin hombres, somos animales curiosos. Hemos aristocratizado la humilde marihuana y la pusimos en labios de universitarios, la cocaína en los diplomáticos y empresarios, menospreciamos a las artistas que llenas de angustia e insatisfacción, escaparon de la vida con la ayuda de hipnóticos; y lloramos de pena real y verdadera, cuando vemos a escolares y a los niños de la calle “hacer viajes” con thiner o pegamentos de zapatero.
Condenamos a todos y olvidamos que nosotros tenemos también nuestra droga personal, inveterada, costosa y maligna como las otras, en forma de cigarrillos, café o bebidas alcohólicas. Aquí podrían decir que exagero y preguntarme: ¿Es posible que estas cosas tan buenas y útiles como la copita, el cafelito y la cervecita, sean tan terribles como las drogas de que nos hablan continuamente en esta época?. Pues déjenme decirles que efectivamente estas drogas son tan malas como las otras que nos asustan; quizás menos concentradas y por eso hagan daño a mas largo tiempo. Pero igualmente producen dependencia o esclavitud. ¿Quién no ha querido dejar el cigarrillo o el alcohol en múltiples ocasiones?, Trastornan la mente y eso lo vemos todos los días con los borrachos y lesionan el organismo para siempre como con el cáncer del fumador o la cirrosis del alcohólico.
En verdad son drogas iguales a las otras, menos espectaculares quizás, pero infinitamente mas peligrosas, porque penetran en cualquier hogar y llegan a enviciar al niño con la complacencia de sus propios padres. Escuchamos frecuentemente cosas como estas: “Una medida de moderación”, “Tu tienes el control”, “Donde hay alcohol hay ambiente”, “Ven al mundo del sabor”, en otras palabras toda la seducción, tan antigua y tan nueva de la serpiente, al ofrecer su clásica manzana.
No considero que este descubriendo un mundo, mucho menos me considero moralista, pues este universo de drogas es tan viejo como la misma humanidad. Desde que el hombre es hombre, hemos querido huir de la realidad por medio de una droga cualquiera: Alcohol, tabaco, heroína, cocaína, opio, marihuana, hongos etc., para dejar de ser el gusano que somos y volver a ser el ángel que fuimos; queremos encontrar en nuestra miseria, por medio de un artificio, la belleza, donde no hay mas que podredumbre y muerte, y sobre todo, muchas veces queremos olvidar el dolor y la angustia de haber nacido.
La seducción audiovisual para consumir drogas “pequeñas” esta el ejemplo. No podemos negar que en el hogar se inicia el consumo de alcohol; el niño, el adolescente, ve con naturalidad que todo bien o todo mal es celebrado o evadido con el alcohol; que no puede haber alegría si no proviene de alguna bebida, ni una tristeza que no pueda ser paliada con la ingestión de alcohol, el remate feliz de una buena comida; café, copa y puro, las tres drogas legales que mas inciden en el gasto de la Seguridad Social y cuyos decesos se cuentan por cientos de miles, muchos mas que los producidos por las drogas ilegales.
Que no me cuenten, los preclaros adoradores de Baco, las excelentes propiedades de las bebidas alcohólicas en nuestra sociedad, así como la exaltación de la inspiración por el humo del cigarro. Grandes civilizaciones mucho mas antiguas que la nuestra hicieron lo mismo con el opio, el peyote, la hoja de coca y la marihuana, no existen drogas duras ni blandas, cada una tiene sus propiedades positivas y negativas y todas pueden ser letales si se abusa de ellas.
Creo que todo esto nos debería poner a reflexionar si gran parte del problema de fondo no se encuentra en el interior del hogar bajo la responsabilidad de los padres, pues es notorio que un joven con bases sólidas es mas inmune a los peligros del exterior.
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