Diario: El Día
Fecha: 11/04/2002
Palabras clave: Botellón, Jóvenes, Leyes
Tema: Alcohol
A cuestas con el "botellón"
HACE YA ALGÚN TIEMPO que hablamos y escuchamos hablar del tan traído y llevado tema del botellón. Los jóvenes están que se suben por las paredes, "queremos divertirnos, queremos pasarlo bien", dicen; pero si nadie piensa lo contrario, ¡pobrecitos!, si percibieran que estamos buscando lo mejor para ellos, qué bueno y qué justo sería que la normativa que prohíben las dos leyes "vigentes", la General del Menor 1997 y la de Drogodependencias desde 1998 se pusieran en práctica.
Es una verdadera lástima que chicos y chicas de doce, catorce o dieciocho años sean las víctimas de la noche, en grupos, al descampado, por calles y plazas rindiendo honores a la travoltina litrona, garrafón o botellón, como quieran llamarla, pero todos sabemos que el verdadero nombre es alcohol.
De esas noches de parrandola se deriva llegar tarde a clase, y estar siempre soñolientos, desganados, apáticos; empujando los cuatro primeros días de la semana para volver de nuevo a la "acampada".
Leí hace pocos días en la columna de "El Postigo Isleño", en este mismo periódico, que la culpa la tenemos los adultos; también yo lo creo, desde luego que no podemos generalizar, pero sí, tenemos bastante culpa por hacerles la vida cómoda, induciéndoles a pensar que "todo el campo es orégano". ¿Quién pone las mayores basuras en la "tele", organizan macro-conciertos, ponen discotecas en cada esquina hasta por la mañana y quienes están "montados en el euro repartiendo drogas a diestro y siniestro? ¿Los niños? No, los adultos. Desde que nacemos, los mayores nos ponen una bandeja de porquerías, y como si de bombones se tratara, no sabemos cuál tomar primero.
La juventud es muy voluble y proclive a probar todo, especialmente cuando se trata de "pasarlo bien". Cuidemos a nuestros jóvenes, sabemos que el árbol hay que enderezarlo desde muy pequeño para que no crezca torcido y pueda derramar buena sombra.
Las autoridades competentes deberían tomar cartas en el asunto lo más rápido posible y no esperar a que no haya remedio, porque luego, con lamentarnos, si nos salvamos, ni arreglamos ningún dolor ni ninguna muerte.
Aprovechamos esta ocasión que nos brinda EL DÍA para felicitar al alcalde de la Villa de La Victoria de Acentejo, D. Manuel Jesús Correa Afonso, por su preocupación sobre este tan delicado tema. Los jóvenes de La Victoria no les hará falta "litronas", ni "botellones", ni droga alguna, porque tendrán buenas alternativas para divertirse los fines de semana; así crecerán sanos y, cuando sean mayores, ya tendrán ocasión de saborear un buen vaso de vino tinto victoriero. ¡Va por ustedes, jóvenes!
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