Diario: La Verdad
Fecha: 28/04/2002
Palabras clave: Toxicómanos, Centro de Día, La Huertecica
Tema: Tabaco
Adiós al ‘caballo’
Veinticinco toxicómanos se rehabilitan en el Centro de Día de La Huertecica, donde aprenden oficios para ganarse la vida
ELENA ALDEGUNDE CARTAGENA
El colectivo La Huertecica lleva casi 20 años rehabilitando a toxicómanos. Llegan, a veces por convencimiento propio, otras motivados por sus seres más próximos, en busca de la libertad. De no depender de dichoso caballo. Muchos consiguen superarlo, otros, abandonan en la denominada fase cero, en la que van dejando de consumir sustancias estupefacientes.
El Centro de Día de La Huertecica, se encuentra apartado de la ciudad. Allí, en plena naturaleza, y ya desintoxicados, realizan numerosas tareas y aprenden oficios, preparándose para su reinserción social. Entre ellos, carpintería, albañilería, jardinería y peón de arqueología. Aunque lo peor ha pasado no es fácil afrontar la complicada búsqueda de un trabajo y el comienzo de una nueva vida. Para ello, hay un taller de empleo, en el que desde el primer momento que van aprendiendo están contratados, con lo que tienen ciertos ingresos que facilitan sus vidas. Fran, tras permanecer enganchado 17 años al caballo, lleva diez meses sin consumir y está muy ilusionado pensando en su futuro. «Quiero ser una persona normal. Encontrar un trabajo, una novia y formar una familia. El camino no ha sido fácil pero ya he pasado lo peor, porque esta vez me dije a mí mismo que era la definitiva», afirma este joven de 32 años que asegura que «quien quiere de verdad, sale de la droga».
Nadie duerme en el Centro de Día. Se marchan con sus familias con la promesa de no consumir drogas. «Cuando tienen cierto nivel de contención, marchan y comprobamos que realmente pasan la noche con sus familias», explica Diego Cruzado, director de La Huertecica. Además de las tareas y los talleres, los 25 toxicómanos que se encuentran en proceso de rehabilitación se someten a una terapia diaria individual y colectiva. «Es muy importante su reestructuración personal y después fomentar su habilidad social para encontrar trabajo y para insertarse en la sociedad con normalidad», señala Cruzado. Pedro, ha hecho los cursos de carpintería. Ha pasado por cuatro centros de desintoxicación, pero es aquí donde se ha conocido a sí mismo y ha conseguido ganar la seguridad que le hacía falta. Tiene un hermano que superó su adicción, que está casado y tiene dos hijos. «Me fijo en él, me aconseja y me anima porque sé que es posible desengancharse».
Redescubrir el ocio
Tanto los que están en el Centro de Día como los que están en la Comunidad Terapéutica, que es otra de las numerosas áreas de las que dispone el colectivo para las distintas fases de rehabilitación, comienzan a salir acompañados de voluntarios para descubrir una manera sana de divertirse. «Tienen que acostumbrarse a disfrutar de sus ratos de ocio sin acercarse a las drogas. Van al cine, a tomar café y si no tienen demasiado dinero, simplemente pasean».
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