Diario: La Vanguardia
Fecha: 02/06/2002
Palabras clave: Heroína, Yonkies, Toxicómanos
Tema: Heroína
El programa, pionero en España, se aplicará a un total de 120 personas durante nueve meses
Heroína para ayudar a los yonkies
La Junta andaluza inicia el plan que utiliza droga para tratar a toxicómanos que fracasan con otros métodos
JOSÉ BEJARANO
Granada
El día transcurre entre dos abismos, el que les empuja a buscar imperiosamente una dosis y el vacío que después les mantiene colgados. Todo lo demás no existe. Ni el ayer ni el mañana. La heroína les ha destrozado la vida sin remedio y sólo la heroína, paradójicamente, les puede salvar. Por eso están ansiosos por integrarse en el ensayo que prepara la Junta de Andalucía y que suministrará cada día la droga a 120 heroinómanos de Granada y La Línea (Cádiz) que hayan fracasado en todos los intentos de rehabilitación. El Plan Experimental de Prescripción de Estupefacientes de Andalucía empezará en septiembre y durará nueve meses. Los yonkies cobrarán una ayuda social de 450 euros al mes.
Luisa es una prostituta de Granada que a sus 35 años, con anticuerpos del VIH y dos hijos dados en adopción, lo único que quiere es que la dejen de incordiar con sermones de abandono de la droga. Malvive en un portón. Ella dice que se va a morir de sida, de una sobredosis o de lo que sea, así que prefiere seguir enganchada. Si no tiene otro remedio seguirá prostituyéndose en el paseo del Salón o en la carretera de Jaén. Y cuando ya no pueda robará para comprar la droga. Ni se acuerda de cuánto tiempo lleva enganchada, quizá diez años, a raíz de un novio yonki que tuvo. Mientras estuvieron juntos, él le pasaba las dosis, pero tras la separación tuvo que prostituirse para comprar la droga. Lo peor fue ver morir a Antonio, su último novio, hace dos años, de sida. Luisa envejeció de pronto y hoy, desdentada, casi se le pueden ver los huesos.
Para personas como Luisa se pone en marcha el ensayo de suministro controlado de heroína. Politoxicómanos sin redención posible, a los que queda sólo mejorar la calidad de vida. Enfermos que han estado en los programas de metadona y que no han dejado de consumir heroína. Según el responsable del ensayo, Joan Carles March, profesor de la Escuela Andaluza de Salud Pública, un 30 por ciento de los integrados en los planes de metadona fracasa. Ciento veinte de ellos serán seleccionados para recibir heroína en el primer experimento de este tipo que se hace en España. Otros 120 que recibirán metadona servirán de grupo control. El antecedente más cercano es un experimento desarrollado en Suiza: 1.700 pacientes recibieron dosis de heroína con resultados favorables. Estas personas lograron normalizar sus vidas, redujeron de forma espectacular su índice de delitos (trabajan de jardineros), incrementaron su reinserción familiar y saldaron viejas cuentas con la justicia.
También Holanda ha experimentado con éxito un programa similar y Alemania empieza a trabajar en esa dirección. Cataluña está preparando su propio programa, que podría compartir con el andaluz elementos de evaluación. Al mismo carro quieren subir Valencia, Cantabria, Baleares, Asturias y País Vasco. El ensayo andaluz funcionará de forma similar a los programas de suministro de metadona, aunque la intención es que la droga sea suministrada en centros sani-tarios. Dieciséis profesionales de distintas disciplinas harán el seguimiento de los pacientes. A partir de septiembre, en tandas de cinco, poco a poco se irán incorporando participantes que recibirán las dosis, por vía intravenosa, según sus pautas de consumo.Algunas voces críticas creen que este método implica la renuncia expresa a la rehabilitación de los pacientes, pero los defensores del mismo responden que el objetivo es reducirles los daños y prevenir los riesgos que les provoca lo que están tomando hoy en día. Las condiciones son que hayan fracasado al menos dos veces con la metadona, que tengan sida y que sean mayores de 25 años. La mayoría tiene edades que van de los 30 y los 45 años. Hace tiempo que tiraron la toalla y no esperan nada de la vida. Su única obsesión del día es conseguir el dinero que necesitan para el "pico".
Manuel es aparcacoches, una vez tuvo una familia, "padres, hermanos y esas cosas", dice. Todo se fue al garete. Empezó a pincharse en la cárcel, en la que entró porque un juez se sacó de la manga que reincidir en su trabajo de aparcar coches era desacato a la autoridad. Al salir se ocupó de albañil con un hermano, pero la necesidad de la heroína lo llevó a robarle todo el oro que tenía en casa. Perdió el trabajo y al hermano. Ha habido quien, en un descuido, ha vendido la cama o los abrigos de la madre. Manuel conoce todos los "chupanos" (casas abandonadas) de Granada, en los que se pincha y duerme. Se alimenta en casas de acogida y sufre de tanto en tanto repentinos vacíos mentales que le velan la imagen de un cuadro, el de su vida entera, que está hecho trizas.
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