Diario: Agencia EFE
Fecha: 12/08/2002
Palabras clave: Botellón, Vino, Cultura, Conversación
Tema: Alcohol
RIOJA-CONSUMO
La cultura del vino huye del botellón y fomenta la conversación
Por Maite González Madrid, 10 ago (EFE).- El consumo de vino en España, un producto tradicional en nuestra cultura, ha descendido en los últimos treinta años a más de la mitad y existen 650.000 hectáreas menos de viñedo, a pesar de que existe un amplio sector en la sociedad interesado en el placer de degustar una buena copa de esta bebida.
Dar a conocer los beneficios en fragancia, sabor y textura, además de las cualidades saludables que proporciona un caldo en una comida, mejor si es en compañía y asociado a la conversación, es uno de los objetivos del curso "Los vinos en España en el siglo XXI" que comienza pasado mañana, lunes, en la Universidad de Verano de El Escorial.
En los años 70 se bebían 70 litros por persona y año; hoy no llegan a los 35 y España se ha convertido en el país de Europa que toma más refrescos de cola.
Países de cultura vinícola como Francia e Italia están en unos consumos de entre 65 y 68 litros, casi el doble que España, aunque también han bajado el consumo respecto a los años 70 en que tomaban una media de 110 litros.
Portugal también consume mucho más vino que España e incluso algunos países europeos sin tradición vitivinícola, como Suiza, beben ya más vino que los españoles.
De otras bebidas alcohólicas, como el güisqui, España está a la cabeza de los países que mayor cantidad importan en todo el mundo y también es de los que más lo consumen.
El descenso del consumo del vino ha sido más acusado entre las clases populares y en el campo, donde antes se comía siempre con vino y ahora es frecuente que se ingieran más otras bebidas.
El mercado ofrece ahora muchos tipos de refrescos, cervezas y distintas aguas minerales, mientras que en la cultura tradicional sólo existía el agua, los zumos naturales, la leche y el vino.
La ingesta normal de líquidos que una persona bebe al día es como máximo de dos litros y medio a tres, y ahora hay mucha más oferta de bebidas en el mercado.
La fuerte presión de la publicidad, a la que los españoles son muy sensibles, según Gonzalo Sol, periodista especializado en alimentación y gastronomía y que es uno de los directores del curso sobre vinos de El Escorial, explica el auge de estas otras bebidas en lugar del vino.
Además, Sol se queja de que desde la administración no se ayuda a dar a conocer el vino y en demasiadas ocasiones se pone en el mismo lugar que drogas como la cocaína y el hachís, sin hacer distinciones entre el alcohol natural de fermentación, como es el vino y la cerveza, del alcohol de destilación.
Otro de los problemas es que la desaparición de los cultivos de viña, que es una planta que, como el olivo, crece en tierras áridas sin necesidad de mucha agua y soporta temperaturas muy altas, ha dejado muchas zonas a merced del avance de la desertización.
Incluso en otros lugares, donde se ha sustituido la viña por otros cultivos que necesitan mucha agua, se han llegado a desecar las capas subterráneas del subsuelo, como ocurrió hace algunos años en el parque de las Tablas de Daimiel (Ciudad Real).
En un país árido y con falta de agua, en el que el desierto avanza con rapidez, la falta de una planta como la vid, propia de tierras cálidas y secas, puede ser peligrosa para la supervivencia de la capa vegetal.
Los viñedos, que cubren en España una superficie de 1.100.000 hectáreas, sujetan el suelo, atraen la lluvia y evitan que en las grandes tormentas sean arrasadas las tierras.
Para los estudiosos, el vino debe ser considerado como algo más que una bebida y considerar también su relación con la cultura, con la religión, la agricultura y el medio ambiente.
En contra de lo que puede parecer con la proliferación de revistas especializadas, enólogos y bodegas con denominación de origen, hoy más de 60, el consumo de vino caro se mantiene estable desde hace 15 años entre los 7 y los 8 litros por persona y año.
Los jóvenes apenas consumen vino, y sólo a partir de los 30 años crece el número de personas interesadas en la cultura vinícola, que se sorprenden de que en un país con vinos de tanta calidad como España muchas veces a los turistas sólo se les ofrece sangría de mala calidad. EFE
mgm/ero
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