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La vacuna contra la nicotina ya se está ensayando en voluntarios sanos

Diario: Supersalud.com

Fecha: 15/10/2002

Palabras clave: Nicotina, Vacuna, Estudios

Tema: Publicidad

La vacuna contra la nicotina ya se está ensayando en voluntarios sanos



Algunos medios de comunicación han publicado hace muy pocos días que la vacuna contra la nicotina puede estar disponible en un lustro. Es poco probable que en ese espacio de tiempo exista en las farmacias un producto capaz de inmunizar contra el mayor de los males evitables del planeta. No obstante, lo que sí es posible es que en ocho o diez años, si los estudios preclínicos y clínicos dan buenos resultados, se intente tratar e, incluso, prevenir el tabaquismo utilizando el sistema inmune.

De hecho, los resultados, preliminares todavía, de los primeros ensayos en humanos con una vacuna contra el compuesto adictivo se presentaron la semana pasada en Santander, en el transcurso de la reunión de la Sociedad Europea para la Investigación de la Nicotina y el Tabaco.

Y son esperanzadores. La vacuna ensayada no tiene de momento efectos secundarios importantes y consigue, además, elevar los niveles de anticuerpos antinicotina.

Dos compañías farmacéuticas, una británica y otra estadounidense, ya ensayan en voluntarios sanos las primeras fases de una inmunización activa contra ese alcaloide, el componente que hace que el tabaco sea la sustancia más adictiva del mundo, por encima de la heroína y de la cocaína.

Farmacodinámica

Estos estudios permitirán conocer detalles de la farmacodinámica de esta nueva terapia y, sobre todo, su nivel de seguridad. Luego habrá que hacer muchos más trabajos con un número elevado de pacientes y con diferentes protocolos para comprobar si este tratamiento, además de seguro, es eficaz.

«Los estudios en animales indican que esta vacuna es biológicamente posible y que puede ayudar claramente a que los fumadores abandonen su vicio», escribe en ´The Lancet´ de la semana pasada Wayne Hall, del Instituto de Biociencia Molecular de Queensland, en Australia, en una revisión extensa sobre el tema.
Así, desde 1996 se vienen publicando trabajos en ratas en los que se demuestra que una molécula análoga a la nicotina —junto a una sustancia que actúa como potenciadora del efecto inmunogénico de este compuesto— genera valores altos de anticuerpos contra el agente adictivo, que a su vez bloquean la respuesta del cerebro a la droga y disminuyen marcadamente la necesidad del alcaloide en los animales adictos.

Con estas perspectivas, y puesto que los ensayos en fase I están dando resultados positivos, Hall, en su artículo en la revista británica, establece tres posibles escenarios en los que la inmunización podría ser eficaz.

El primer objetivo sería el de evitar recaídas en aquellos que ya hubieran conseguido abandonar durante unas semanas el hábito. Una vacuna administrada de forma que su efecto perdurara unos meses seguidos ayudaría a los que quieren dejar de fumar y que ya llevasen varias semanas de abstinencia, pero que luego recayesen tras ´probar´ a veces un solo cigarrillo. Si están inmunizados, el efecto de haber caído en la tentación sería mucho menor y, por tanto, las posibilidades de volver de nuevo a la adicción continuada bajarían también.

Asimismo, se está pensando en usar los anticuerpos contra la nicotina como primera línea de tratamiento del tabaquismo. Se cree que la vacuna serviría como paso previo a un intento de abandono, puesto que, al estar parcialmente bloqueada la acción de la nicotina en el cerebro por la inmunización, el paciente tendría menos síndrome de abstinencia al dejar de fumar.

Por último, los más optimistas apuntan un lugar para esta vacuna parecido al que ahora tiene la inmunización contra, por ejemplo, la hepatitis: la prevención universal en la infancia y en la adolescencia. Sin embargo, esta posibilidad no será tan sencilla de llevar a la práctica debido a barreras éticas y técnicas. Por una parte, tendrían que ser los padres los que decidieran la vacunación de sus hijos, ya que éstos no tendrían capacidad legal para hacerlo, y eso es algo que puede generar, en muchas ocasiones, rechazo por parte de los jóvenes.

Cómo bloquear la droga

El propósito de los investigadores es conseguir que el organismo, tras la inyección de los antígenos de la nicotina, genere anticuerpos capaces de unirse a las moléculas de la misma. El complejo formado por la nicotina y su anticuerpo no atraviesa la barrera que existe entre los capilares arteriales y el cerebro y los mecanismos de ´recompensa´ que se producen en el sistema nervioso se interrumpen. Así, los efectos del tabaco no llegarían fácilmente al sistema nervioso central. Entonces, ¿para qué fumar si la nicotina no alcanza el cerebro y no produce placer?

Utilizar el sistema inmune del individuo para que sea éste el que impida o, al menos, disminuya que las moléculas de una droga concreta lleguen al cerebro es un viejo sueño de los científicos. Tanto con la nicotina como con la cocaína se han realizado ensayos en animales para intentar probar su eficacia a la hora de disminuir la adicción de ratones y conejos a estas sustancias. En ambos casos se han obtenido resultados esperanzadores que, incluso, han conducido ya a los primeros estudios en humanos.

Recientemente se han publicado en la revista ´Vaccine´ los resultados de los primeros ensayos clínicos de una vacuna contra la cocaína, que atestiguan que esta inmunización es segura, con pocos efectos adversos, a la vez que produce niveles elevados de anticuerpos.


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