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Sexo, drogas y política exterior norteamericana

4 de junio de 2012.-

Sexo, drogas y política exterior norteamericana

En la trastienda del año electoral en EE.UU.: soldados y espías involucrados en escándalos sexuales y un presidente que retrasa el debate sobre la legalización de las drogas.

Buenas palabras, pocos resultados y cierta dosis de cinismo. Así podría resumirse la Cumbre de las Américas celebrada este mes en Cartagena (Colombia) ahora que ha vuelto a la palestra informativa uno de los aspectos menos brillantes de la reunión. No ocurrió durante la misma, sino unos días antes, cuando un grupo de agentes del Servicio Secreto y militares norteamericanos decidieron sobrepasar la raya de sus propios excesos.

Su labor habitual es “tomar” el hotel en el que se hospedan el presidente y sus colaboradores más próximos cuando viajan al extranjero, asegurarse de que no existen amenazas de ningún tipo y crear una pequeña infraestructura de administración y comunicaciones cifradas. Lo he visto alguna ocasión, es como si instalaran una Casa Blanca en pequeñito allí donde se traslada el político más poderoso del mundo.

Cuando termina su horario de trabajo son libres de hacer lo que quieran, por supuesto. Pero ahora se ha visto que una de sus aficiones favoritas era visitar burdeles. Y digo “era” porque en Cartagena fueron un poco más allá y se llevaron a las prostitutas a las habitaciones del hotel en el que se hospedaban. Uno de ellos celebró su fiesta íntima en el Hilton solo cinco días antes de que Obama se instalara en él. Otro, y es lo que destapó el asunto, encerró a la prostituta en la habitación, la insultó y se negó a pagarle después de recibir sus favores sexuales.
Las “putas tristes” de García Márquez


En una ciudad como Cartagena el negocio de la prostitución no es baladí. Forma parte de la oferta turística y, en general, se desarrolla sin problemas. Es un tema recurrente en las novelas del premio Nobel de literatura Gabriel García Márquez, para quien ha sido fuente de inspiración en varias ocasiones (“Pantaleón y las visitadoras” o “Memoria de mis putas tristes”).

Es un asunto que normalmente queda relegado a las alcobas donde se realiza, pero ahora, por culpa de unos descerebrados, suelta chispas en los despachos de las más altas instituciones. La ministra de Exteriores colombiana, María Ángela Holguín, ha entrado en el debate, ha exculpado a la ciudad y ha subrayado que los únicos culpables del escándalo son los miembros del Servicio Secreto norteamericano.
¿En riesgo la seguridad del presidente?


En Estados Unidos, como es lógico, la mayor preocupación es si el desliz de los agentes pudo suponer algún riesgo para la seguridad del presidente, algo que ha tenido que desmentir categóricamente la secretaria de Seguridad Nacional, Janet Napolitano, ante un comité del Senado. Se asegurará, ha dicho, de que no vuelva a ocurrir algo así y no se descarta que la broma llegue a costarle el cargo al responsable del departamento. Entre otras cosas porque se está investigando un hecho similar ocurrido hace un año durante una visita presidencial a El Salvador, cuando un grupo de agentes y militares (¿serían los mismos?) hicieron de las suyas en un club de bailarinas desnudas.

Y por suerte para los presuntos “prostibuleros” la Guerra Fría quedó muy atrás, porque un senador ha llegado a sugerir que las prostitutas podrían ser espías rusas. En lugar de ser expulsados del servicio, como les ha ocurrido a varios, podrían estar siendo investigados por posibles delitos de alta traición.

Ante un hecho así, quizá la respuesta más sensata sea la del propio Barack Obama, que les ha llamado “bobos”, o la de Janet Napolitano, que dice haber sentido una gran decepción por un comportamiento del que, según ha dicho, no tenían antecedentes.
Colombia y las drogas


Por desgracia para ellas, la actividad de las prostitutas suele estar muy relacionado con el problema de las drogas. Y este fue uno de los temas estrella de la Cumbre de Cartagena que también ha dejado mal sabor de boca en Colombia. Aunque no existe la más mínima posibilidad de enfrentamiento entre el presidente Santos y Obama, lo cierto es que el primero, en nombre de quienes más sufren esa lacra en América Latina le dijo al mandatario norteamericano que es hora de afrontar el problema desde perspectivas que tengan mayores posibilidades de éxito.

Algunos habían depositado esperanzas en que Obama, al frente de un país que tiene el porcentaje más alto del mundo de adultos encarcelados por delitos relacionados con las drogas, se haría eco de unas palabras suyas pronunciadas en 2004 en las que hablaba del rotundo fracaso de la lucha antidroga en su país y la necesidad de repensar la respuesta.

Pero no fue así. El único paso adelante en Colombia fue decir que es “legítimo” abrir el debate sobre la regulación o la despenalización de los estupefacientes. Para su anfitrión, líder del país que más drogas produce, no fue suficiente viniendo del representante de la sociedad que más las consume en el mundo. El único consuelo posible para Santos es pensar que Obama está en año electoral y debe medir mucho sus palabras.

Fuente: teinteresa.es