9 de agosto de 2012.-
anto quien dice que no hace nada malo al fumar marihuana, como aquel que propone la legalización de las drogas, están desconociendo la magnitud de la industria criminal del narcotráfico.
El último Reporte Mundial de Drogas, de Naciones Unidas, viene a recordarnos la dimensión de este imperio del mal, al trazar un preocupante panorama sobre el consumo de estupefacientes, la apertura de nuevos mercados en el Tercer Mundo y alarmantes tendencias en el auge de las drogas sintéticas.
No sólo se trata del negocio ilícito más lucrativo, que mueve anualmente unos 332 mil millones de dólares, sino también del mayor causante de muertes violentas. Además de los 200 mil muertos que deja, directamente, el consumo.
Las drogas ilícitas, enfatizan los directivos de la Oficina de Drogas y Crimen de Naciones Unidas (ODC) "destruyen familias y causan sufrimiento a otras miles de personas, crean inseguridad y contribuyen a la propagación del VIH".
El informe divulgado ayer muestra que el mapa del consumo y el tráfico de estupefacientes está en expansión. Mientras el consumo de drogas como la marihuana, la cocaína y la heroína se mantiene estable, los alucinógenos sintéticos ganan nuevos adeptos, principalmente entre los jóvenes.
Se estima que entre 150 y 300 millones de personas consumen estupefacientes.
Colombia, con una producción anual de entre 350 y 400 toneladas de cocaína, sigue siendo uno de los principales abastecedores, pese a los programas de erradicación y el combate de las autoridades a las organizaciones narcotraficantes, incluida la guerrilla.
Y lo más preocupante es que el descenso observado en la producción de cocaína en Colombia, que se registró entre los años de 2006 y 2010, parece estar revirtiéndose.
Según el Sistema de Monitoreo de Cultivos Ilícitos (Simci) de la ONU, en 2011 volvió a observarse un crecimiento en las áreas cultivadas, lo que resulta deplorable, luego de que en 2010 se llegara a la superficie cultivada de 62.000 hectáreas, la más baja desde los años 80.
El Simci habla de un incremento en los cultivos en las zonas de frontera con Venezuela y Ecuador, luego de la suspensión del sistema de aspersión química aérea, por acuerdo con los gobiernos de esos países.
También contribuye a este incremento la perplejidad que deben sentir los policías y soldados que están en la línea de fuego y a quienes se les exige resultados, cuando al mismo tiempo el Presidente Santos en el exterior genera dudas sobre la utilidad de la lucha contra el narcotráfico.
La Fuerza Pública colombiana ha hecho un enorme sacrificio en vidas y el país ha asumido con millonarias inversiones un combate frontal al narcotráfico, pero lamentablemente ha faltado también corresponsabilidad de las naciones consumidoras.
Vencer esta industria criminal demanda esfuerzos globales, pero estos se diluyen hoy entre la permisividad en cuanto al consumo y la poca decisión política de los Estados consumidores para combatir el comercio ilegal de precursores químicos y perseguir los grandes capitales que genera el tráfico de drogas.
El daño causado por esta industria criminal es inmenso. Hoy se requerirían unos 250.000 millones de dólares, un 0,4 por ciento del PIB mundial, para asumir los costos médicos de los adictos del planeta, en tanto que el impacto en la productividad de una nación podría representar entre un 0,9 por ciento del PIB de Estados Unidos y del 0,3 al 0,4 por ciento, en países de menor desarrollo.
Las drogas, pues, no son un negocio tan inocente como muchos quisieran hacerlo creer. La ONU lo vuelve a recalcar.
Fuente: El Colombiano.com