Diario: La Gaceta de los Negocios
Fecha: 02/02/2002
Palabras clave: Drogas, Informes, Observatorios
Tema: Drogas
Política y droga
Errores judiciales recientes han puesto en primer plano el problema de la lucha contra la droga. Aunque aumentan los organismos públicos, no acaba de existir una política clara sobre este grave fenómeno social de Occidente. En el fondo, refleja una crisis de valores que hace difícil la eficacia de normas colectivas que no pueden eludir la responsabilidad de cada uno. No obstante, ante los informes que se publican periódicamente, como los de los Observatorios de Lisboa y París, cabe extraer algunas conclusiones. La primera se refiere al influjo de campañas promovidas en el ámbito de la salud pública.
En el país vecino, se optó hace unos años por no distinguir entre drogas lícitas e ilícitas. Se cambió a una clasificación basada en la peligrosidad. Se subrayaron los riesgos para la salud pública de tabaco y alcohol, responsables de 60.000 y 45.000 muertes al año, y se relativizaron los ligados al cannabis. Las campañas contra el tabaco contribuyeron a su demonización. A la vez, la insistencia sobre el alcoholismo ha hecho que en Francia, líder de Europa con 8,9 millones de bebedores diarios, el alcohol vaya siendo también considerado como droga. En cambio, la permisividad con el cannabis ha contribuido a trivializarlo.
Al consumir más, los jóvenes minimizan los riesgos. En la práctica, aplican a la droga la distinción entre uso, abuso y dependencia del alcohol: se valora positivamente el uso, asociado a placer, se lamenta el abuso, como se rechaza la borrachera, y sólo la dependencia resulta nefasta. No importa consumir, si es con moderación.
Científicos, médicos y políticos deberían acercar posturas. Si la prohibición protege frente al tabaco, no cabe permisivismo ante la droga. Atender al narcodependiente no es incompatible - al contrario- con la represión, que limita claramente el aumento.