Diario: El Mundo
Fecha: 11/02/2002
Palabras clave: Botellón, Congreso Nacional, Jóvenes
Tema: Alcohol
Seis comunidades autónomas prohíben ya el «botellón»
Un congreso nacional estudiará a partir de mañana un fenómeno que afecta a millones de jóvenes en toda España
RAFAEL JOSE ALVAREZ
MADRID. Los chicos beben y beben y vuelven a beber mientras los vecinos acumulan ojeras, la industria engorda y los políticos se rascan la cabeza. Botellón, dícese de la mezcla de calle, noche y alcohol, con acepciones de cristales rotos, ruidos de más, orines urbanos, luchas de libertades y conflicto social.
Nadie se atreve a dar una cifra oficial sobre el número de jóvenes que practican este fenómeno en España, (la Comunidad de Madrid llegó a hablar de 500.000 personas) pero el dato se mide en millones.Cada fin de semana, miles de plazas, esquinas, jardines y parques españoles se llenan de gente entre los 14 y los 26 años que se reúne en torno al alcohol y a algunas cosas más poco estudiadas hasta ahora. La onda expansiva de esa práctica provoca quejas vecinales, ciudades temporalmente sucias, negocios pingües, administraciones locales desbordadas y jóvenes más habituados con el alcohol, una sustancia legal, incorporada a la cultura y publicitada con imágenes y músicas lujosas.
La estatura del botellón ha subido tanto que algunas comunidades autónomas han cortado por lo legal. Aragón, Canarias, Cantabria, Castilla y León, Murcia y Valencia ya tienen leyes que prohíben el consumo de alcohol en la vía pública de forma expresa o autorizándolo a sus ayuntamientos. Otras tres, Madrid, Baleares y Extremadura podrían aprobar textos similares en la próxima primavera. En teoría, en esas comunidades, el botellón es un acto ilícito, un escenario donde la policía puede entrar, recoger y cerrar.Si se sigue practicando es por la dejación o el disimulo de algunos ayuntamientos.
El delegado del Gobierno para el Plan Nacional sobre Drogas, Gonzalo Robles, dijo la pasada semana que, además de las medidas educativas, la prohibición de beber alcohol en la calle no sería una mala idea.
Ese paso desde el Ministerio del Interior resume la preocupación del Gobierno central en esta historia. La Administración ha gastado seis meses y unos cuantos millones de pesetas en organizar un macrocongreso sobre el botellón, una cita de traje y corbata con cuatro ministros (Rajoy, Del Castillo, Aparicio y Villalobos) , un puñado de secretarios de estado y hasta la Reina en el acto de inauguración.
Bajo el título Jóvenes, noche y alcohol, arranca mañana un encuentro de tres días repleto de políticos, científicos, médicos, especialistas en adicciones y periodistas que tratarán de descifrar por qué se hace botellón, contar hasta dónde llega el problema y proponer algunas alternativas. Pero entre psiquiatras de renombre, médicos de primera línea, sociólogos sesudos y políticos de arriba y de abajo, hay quien echa en falta algo. «Me parece muy bien todo eso, pero echando un vistazo al programa a mí me falta la voz de los propios jóvenes, de la gente que hace botellón. Toda solución que se busque sin la participación de los actores no será una solución, sino un parche. Y eso lo sabemos por experiencia», dice Jaime Alvarez, un montón de años al frente de Universida, un colectivo de apoyo a toxicómanos que trabaja en zonas marginales.
La cuestión es delicada, el derecho a estar en la calle frente al derecho al descanso. A falta de soluciones más imaginativas, algunos lugares han usado a la policía para que gane lo segundo.La imagen del pasado fin de semana en Madrid lo decía todo: vecinos regalando flores a los policías municipales que habían acabado con el botellón en sus barrios.
Pero, citarse, comprar unas cuantas botellas de alcohol y de refrescos, beber hasta que se acaben los líquidos haga frío o calor y centralizar una discordia social debe tener algo de rito.«No sé si el botellón es bueno o no. Sólo sé que los chicos se reúnen así por muchas razones y no sólo para beber. Ellos hablan de que es más barato, de que tienen un espacio de libertad, de la ausencia de normas externas... Y son conscientes de que su práctica molesta a los demás», dice María Jesús Sánchez, una antropóloga que pasó seis meses camuflada de botellón en botellón (ver EL MUNDO, 22 de diciembre de 2001) e incluida a última hora como ponente en el Congreso que empieza mañana.
Otros tres gobiernos regionales preparan normas restrictivas «Jóvenes, noche y alcohol» será inaugurado en Madrid por la Reina y contará con la presencia de cuatro ministros