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ARTÍCULOS DE OPINIÓN

DROGAS INFORMADAS

José A. García del Castillo

Estamos viviendo la época dorada de la información, nunca en la historia del mundo hemos contado con tantos procedimientos para transmitir y recibir mensajes, noticias, contenidos de cualquier índole y condición y, todo ello, con una celeridad que supera a la ficción de muchas novelas que nos trasladaban al futuro. Contamos con más publicaciones de las que podríamos leer aunque viviéramos varias vidas, recursos informáticos que nos mantienen al día de cuanto acontece en cualquier parte del mundo con la simple presión de unas teclas en nuestro ordenador, teléfonos móviles que consiguen que permanezcamos en contacto directo las 24 horas del día, estemos donde estemos y un sinfín de medios que convierten a la información en una fiesta diaria de acumulación de saberes que desbordan las posibilidades de cualquier mortal.

Indudablemente muchos de nosotros podremos sentirnos aturdidos y abrumados por tanta cantidad de novedades diarias, pero les aseguro que en cuanto a los jóvenes se refiere parece que a mayor número de contactos por segundo mayor índice de felicidad y encanto en su vida. Un joven medio de nuestro entorno cuenta indefectiblemente con una media de comunicaciones altísima en relación con el tiempo que permanece en vigilia, simultaneando teléfonos (fijos y móviles) y ordenador (“chat”, correo electrónico, páginas personales, etc.) de una forma interactiva que mantiene viva la mecha de la interrelación, eso sí, en jerga (la forma de escribir que han generado de una forma peculiar a partir de los mencionados sistemas para ahorrar tiempo) y que en ocasiones se traslada a otros entornos ajenos a sus círculos de relación directa (amigos y conocidos), como puede ser un examen o un escrito dirigido a cualquier entidad (singularizándose las abreviaturas que optimizan la rapidez en el mensaje, como por ejemplo, reducir un que a q/k o un de a d).

Ante tanta tecnología estamos arrinconando el más clásico y efectivo de los materiales con los que contamos, la conversación. Entre nuestros jóvenes, sin generalizar, la charla es escasa y anodina, sobre todo, cuando se entabla con adultos y se entra en temáticas que no manejan con soltura. Este es, sin duda, el caso de las drogas, una fuente de conflictos en la comunicación padres-hijos o adultos-jóvenes fundamentada en la falta de práctica a la hora de hablar de cualquier cosa (mucho menos de contenidos escabrosos), en la inseguridad por el desconocimiento de la materia, en las sospechas cruzadas de comportamientos relacionados con un posible consumo o, por simplificar, en la incapacidad de afrontar un debate serio, porque finalmente se traduce en una percepción, por parte del joven, de que el adulto intenta moralizar su forma de conducirse en la vida.

Inmersos en este panorama –que nunca se debe leer como desolador sino como estímulo para superar la adversidad- es necesario plantearse de una forma sistemática los mecanismos que cubran positivamente el establecimiento de redes de comunicación más acordes con las necesidades de los jóvenes, partiendo de premisas básicas como: hablar diariamente en el seno de la familia, compartir vivencias propias de nuestra vida cotidiana, introducir elementos clave de discusión que lleven al análisis de situaciones reales de la calle, intentar evitar los contenidos moralizantes que pongan en guardia a los hijos, buscar fórmulas de interrelación lúdicas que lleven a cubrir nuestros objetivos de informar sobre temas como las drogas sin que con ello provoquemos sospechas ni malestar, etc.

Hoy en día sabemos que la información sobre drogas es una de las armas más contundentes con las que contamos para hacer prevención del consumo. Por esa razón las Naciones Unidas han proclamado para el día 28 de junio (Día Internacional contra el Abuso y Tráfico Ilícito de Drogas) que se asuma el lema: “Hablemos de drogas” como instrumento de disuasión y prevención ante este problema universal. Cuando la familia donde se encuentra un joven está estructurada y cuenta con su apoyo se obtienen resultados muy halagüeños, pero hay que tener en cuenta también aquellos casos en los que no existen apoyos familiares y solamente se puede recurrir a agentes externos para paliar, en parte, la repercusión que tienen las sustancias adictivas en estos colectivos. Las drogas informadas siempre serán menos dañinas y su impacto se verá amortiguado, por ello, hablemos.